Buenas noches,
queridos lectores.
Os traigo la
primera entrada original de esta nueva etapa del blog. Y digo original con
sentido. Veréis, yo antes tenía el mismo blog, pero por desidia, trabajo y poco
dinero alguna razón, dejé de escribir.
La buena noticia es que lo he retomado,
y re-publicaré las entradas antiguas, e iré haciendo nuevas.
Si un plátano bebe una cerveza con sabor a plátano... ¿Es canibalismo gustoso? |
Después de ésta
explicación, vamos al meollo del asunto.
Hoy nos atañen
dos preguntas, las mismas que me hice yo al descubrir la cerveza de hoy. ¿Una
cerveza de plátano? ¿Cómo cojones le metes plátano a una cerveza?
Como a todos nos
gustan las cosas ordenadas, vamos a empezar respondiendo a la segunda: ¿Cómo
cojones le metes plátano a una cerveza?
En realidad, todo
esto es muy fácil, ya que hacer cerveza es simple como el mecanismo de un botijo. Y haré una entrada explicando cómo se hace, pero hoy no es ese día. En
cambio, os dejo un link para el que tenga curiosidad.
A lo que íbamos.
El plátano, y cualquier otra fruta, se le puede meter a la cerveza en dos
partes del proceso. La primera es cuando se hierve el agua con la cebada, y la
segunda sería si el tipo de cerveza que nos atrae tiene una segunda
fermentación.
Mucha gente opta
por la primera, ya que es más “seguro”, debido a que el alimento no necesita
estar 100% libre de infección.
La segunda es más “arriesgada” porque es justo
donde ocurre la fermentación, y una contaminación de lo que sea, puede arruinar
nuestra querida cerveza. Pero esto sólo pasa si le puedes meter una segunda
fermentación.
Así que esta es
la manera en la que se meten sabores nuevos a las cervezas. Si habéis llegado
hasta este punto, enhorabuena, os podéis ir a dormir. Ya sabéis, nunca te
acostarás sin saber una cosa más. Aunque quien dice dormir, dice cualquier otra
cosa que implique tumbarse. Lo bueno del refranero español es su
inespicificidad…
Pero si seguís
conmigo, os cuento qué tal la cerveza que he probado.
Es la cerveza
Wells Banana Bread Beer, de la misma compañía que hace Estrella Damm, o mi
querida Young’s Double Chocolate…
Esa gente se merece todo lo bueno que les
pase, varias veces.
La cerveza en sí
es una puñetera maravilla, porque sabe a plátano. Así, tal cual.
Yo la compré
sobre todo por escepticismo. Mi conversación mental fue la siguiente: “¿A
plátano? Si claro, mis c*****s 23… esto hay que probarlo.”
Pues hoy me he
decidido a hacerlo.
Me serví la
cerveza en mi buen vaso promocional del Hard Rock Café de Colonia, multiusos, y
comprobé su color, ámbar. Hasta ahí bien. Entonces la olí, y vino mi primer
momento de incredulidad, porque olía a plátano.
Esta es la cerveza y su color |
Y entonces la
probé. Que auténtica maravilla. El primer gusto que tiene es de una Ale suave,
poco graduada, con un toque breve de cítricos que pasa luego a, sorpresa,
plátano. Sí sí, sabe a plátano que te mueres. Es increíble la magia que puede
llegar a hacer la gente con el suficiente tiempo.
Asombroso…
Recopilando
detalles, la cerveza tiene color ámbar, no mucho sabor a lúpulo (normal, si es
una de las llamadas “dulces”…) y un cuerpo normalito, típico de una Ale cualquiera.
Destaca, y mucho, por su sabor a plátano maduro, suave y dulce.
Yo le daría un
8,6/10. Es muy buena, pero las he probado mejores. No llega al 9 simplemente
porque soy yo quien pone la nota, y desde que soy profe, me he vuelto muy
tiquismiquis.
Qué le vamos a
hacer… culpa de mis alumnos
Y no me voy de aquí
sin daros un dato curioso: en la Edad Media, era mucho mejor beber cerveza que
agua. Por dos simples razones. La primera, que la cerveza es mucho más
nutritiva, y en aquella época iban justicos de comida. La segunda, que la
cerveza es estéril, y el agua por aquel entonces no.
Al hervirla, se matan
todas las bacterias, y por lo tanto no pillas ninguna locura.
¡¡¡Así que ya
sabéis, si por alguna razón viajáis a la Edad Media, no bebáis agua, bebed
cerveza!!!
¡Hasta la
próxima, queridos lectores!
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